sábado, 1 de septiembre de 2007

El museo Orsay

Las consecuencias del ascenso a Notre Dame aparecieron en todo su esplendor a la mañana siguiente en forma de un terrible dolor en mi pie derecho que acabaría por amargarnos el resto del viaje. Pensé en la amputación, pero con eso, lo único que conseguiría era trasladar el dolor unos centímetros más arriba. Dado que cometí el terrible error de no traer en mi equipaje morfina, no me quedó más remedio que aguantarme. Aquella era una manera estupenda de celebrar que aquel mismo día pasaba a formar parte del club de los 30, ¡menudo cumpleaños!. Los achaques de la edad se hacían notar ya y por si fuera poco, durante la noche me habían salido más canas. Traté de engañarme a mi mismo pensando “pues George Clooney tiene también canas y es un hombre muy interesante”, pero claro, el no tiene una barriga del tamaño del monte Fuji como tengo yo debido a mi dieta mediterranea consistente básicamente en gusanitos, donuts y ketchup.

El podologo

El caso es que para celebrar mi cumpleaños, habíamos reservado aquella mañana para la visita más esperada por mí de todo el viaje, el museo Orsay. Decir que soy un apasionado del arte impresionista, o impresionante, como yo prefiero llamarle, es quedarme corto, y visitar la catedral mundial del impresionismo era para mi algo esperadísimo. Sin embargo, la visita tuvo que esperar un poco ya que debido a mi intenso dolor de pie tuvimos que pasar antes por un podólogo que había junto al hotel. Imaginaros las dificultades para hacernos entender, si ya me cuesta decir “hola” o “adios” imaginad decir “metacarpo”, “muscular” o “talón”…El caso es que no se como, pero nos hicimos entender, y al final saqué en claro que el podólogo no tenía hora para aquél día, así que me tocó aguantarme.

Por fin, el museo

Reloj de la antigua estación de trenes, ahora museo OrsayY llegamos al museo. El edificio es una antigua estación de tren reconvertida, y salvo el enorme reloj que daba la bienvenida al visitante, el resto del edificio me decepcionó debido a su escaso tamaño, aunque claro, después de ver el Louvre, casi cualquier cosa parece pequeña. Y, ¿qué puedo decir del contenido del museo? Pues que cumplió todas mis expectativas. Se confirmó como mi museo favorito. Tengo que confesar que en algún momento tuve que contener la emoción ante mis 2 cuadros favoritos, Las amapolas de Monet y El moulin de la Galette de Renoir. Pero no fueron las únicas obras que me dejaron flipándolo literalmente, aunque si tuviera que enumerarlas todas colapsaría Internet por el tamaño de mi post. Si tengo que quedarme con algo elijo la sala Monet, en la que podría haber estado 3 horas perfectamente.

Sala Monet'Las amapolas' de Monet







Tal y como me esperaba, en la tienda del museo me dejé la mitad de mi sueldo en reproducciones y libros. Compré tantas cosas que podría montar en Madrid una franquicia del museo.

Y para redondear la mañana en Orsay, decidimos comer allí y como ya comenté en un post anterior, fue una elección estupenda, buena comida, muy buen servicio, un lugar espectacular y por si fuera poco, un precio bastante asequible, 15 euros por persona.

2 comentarios:

Esther y los museos... dijo...

A mi me encantó la arquitectura del museo, su pasillo central y al fondo el reloj, me gustó mucho.

Me encanta Van Gogh y lamentablemente vi muy pocos cuadros de él en museo, lástima, me hubiera encantado encontrar más, pero el impresionismo es mi corriente favorita, porque no es totalmente abstracta ni totalmente figurativa, sus matices y las pinceladas me gustan mucho.

muy buena recomendación!!

wontonsopabuena dijo...

A mí también me decepcionó un poco ver que tenían tan pocos cuadros de Van Gogh pero como soy un enamorado de Monet, que está ampliamente representado, pues salí más contento que unas castañuelas.