Hace 10 años visité París por primera vez, bueno, para ser exactos, visité Eurodisney e hice una escapadita a París. En los apenas 2 días que estuve en la ciudad, mi grupo y yo nos pegamos tal palizón tratando de verlo todo que acabé con unas ampollas que bien hubieran servido de carpas al Circo del Sol. Aun tengo las cicatrices. Si a esto le añadimos los varios incidentes diplomáticos que se produjeron durante el viaje, volví a España con una decepción bastante grande.
Y esa sensación tenía que quitármela de encima, tenía que darle una nueva oportunidad a la ciudad del amor, y qué mejor manera de hacerlo que viajando con mi novia, Margarita.
El nivel de francés que tenemos Margarita y yo deja bastante que desear, yo sólo se decir Zidane y “Allons enfants de la patrie” y ella..., bueno, prepara unas tortillas a la francesa de chuparse los dedos. Así que debíamos apañarnos en castellano y en inglés. Sobreviviríamos.
Los preparativos
Y nos pusimos a preparar el equipo:
Compramos un par de guías de París. La “París. Plano-guía” de Ediciones B, guía manejable, de bolsillo, y con planos bastante detallados de los 8 barrios más importantes, nos resultó muy útil, y por 10 euros fue muy buena compra.
En la Maison de la France de Madrid, situada en Plaza España, compramos el bono museos por 45 euros. Esto es totalmente imprescindible si vais a pasar unos días, permite el acceso gratuito a todas las atracciones turísticas de París (menos la torre Eiffel) y lo que es más importante, te permite saltarte las interminables colas, con lo que ganas bastante tiempo. También adquirimos aquí el bono trasportes por otros 46 euros, de este ya hablaré más adelante.
El vuelo lo cogimos por Vueling y el hotel por edreams, y de ambos, también hablaré más adelante.
Murphy a la francesa
Con todo listo, para allá que nos fuimos un Sábado de Julio de 2007. Llegamos al aeropuerto Charles de Gaulle a eso de las 14:00. ¡¡Y qué aeropuerto señores!! ¡¡Qué derroche de servicios y comodidad para el usuario!! Digamos que es un aeropuerto...minimalista. Gracias a Dios que enseguida salieron nuestras maletas, intactas, y pudimos salir de allí fácilmente.
Todo iba bastante bien, demasiado bien de hecho, sospechoso... y entonces la dura realidad. Tocaba salir del metro en Chatelet, para lo cual había que meter el bono transporte en la máquina canceladora (con puertas, que no tornos). Margarita no tuvo problemas, pero me tocaba a mi, y el billete que no funcionaba y venga a intentarlo de nuevo, probando permutaciones de posiciones y canceladoras y nada, las puertas que seguían cerradas. Allí estaba yo, sin poder salir, ¡atrapado en el metro de París!¡Y el billete me había funcionado en el Charles de Gaulle para entrar en el metro!¡¿Qué leches había pasado para que se estropeara en el trayecto?!.
Y empezó la desesperación, yo buscaba ayuda pero no había nadie por allí. Margarita, en un intenso arrebato de amor, acudió en mi ayuda pasando de nuevo a mi lado de la canceladora, pero cuando Murphy se pone, se pone pero bien, y las puertas de la canceladora se cerraron atrapando su maleta. ¡Y menos mal que fue su maleta! Si llega a ser ella la descoyunta. Que fuerza tenían las jodías, 2 minutos estuvimos entre Margarita y yo intentando sacar la maleta cuidando de no romperla. Por fin lo conseguimos, pero seguíamos con el mismo problema, mi billete no funcionaba.
Y tuvimos la idea feliz, cruzaríamos los 2 con el billete de Margarita, y en la taquilla intentaría arreglar el problema con el mío. Y eso hicimos. Y funcionó, aunque en el proceso, mientras el taquillero me miraba como si yo hubiera matado a alguien, tuve que aguantar ciertos gritos que no entendí. ¿Sería este el avance de lo que nos esperaría el resto del viaje?
viernes, 24 de agosto de 2007
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1 comentario:
Ja, efectivamente, de repente fallan las puertas o torniquetes del metro. Que bueno que llevabas billete porque si no la multa es cara cara.
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