lunes, 10 de septiembre de 2007

El Arco del Triunfo y la rue Faubourg-Saint Honoré

A pesar de mi insistencia en comprar algún recuerdo en las tiendas de souvenirs de la rue Pigalle, Margarita me llevó al Arco del Triunfo. Estuve enfurruñado 10 minutos.

El Arco del Triunfo

Cuando se me pasó el enfado me puse a ver el famoso monumento. Está situado en el interior de una enorme rotonda a la que los turistas acceden de dos maneras posibles: los desequilibrados mentales se lanzan a la aventura cruzando la rotonda y esquivando los coches; los turistas normales cruzan por un subterráneo. Luego estamos los turistas-seta como Margarita y yo, que tras 5 días pateándonos la ciudad nos conformamos con verlo de lejos. Tampoco hay mucho que ver, teniendo la torre Eiffel, Notre Dame o el Sacre Coeur esto se me queda corto.

Estando allí disfrutamos de un momento-emoción. Cerca de nosotros, una pandilla de jovencitos españoles estaban armando más bulla que el fondo sur del Bernabeu en un Madrid-Barça. Lo que me tocó la fibra sensible es oír como esta chiquillería empapaba a los franceses de cultura española cantando el “No nos moverán” del siempre querido Chanquete (que en paz descanse).

La rue Fauburg-Saint Honoré

Chanquete y el Arco del Triunfo...semejante mezcla nos hizo temer que se rompiera el continuo espacio-tiempo y huimos de allí antes de que fuera demasiado tarde. Y llegamos a la rue Faubourg-Saint Honoré, una de las calles más caras de Europa. La tienda más cutre es de Versace, es una calle tan pija que no te dejan pasear por ella con zapatillas deportivas. Yo tuve que alquilar una corbata para recorrerla.

Rolls Royce en la rue FaubourgTeníamos intención de tomar fotos de los escaparates, pero en la primera tienda, no sabría decir si era un dependiente o un armario empotrado de 2x3 nos miró con cara de pocos amigos. A mi me sonaba su cara de haberle visto en “Los más buscados”, así que consideramos más prudente sacar las fotos de una revista Vogue.

Como ejemplo de lo que vimos en esos escaparates, a mi casi se me desprenden las retinas cuando vi el precio de un minibolso tan pequeño que en él no cabría la tarjeta de crédito con la que tendrías que pagarlo. Tenía el módico precio de 8000 euros.

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